Los problemas de juego están relacionados con otros problemas subyacentes, como la ansiedad, el estrés y las dificultades con el control de los impulsos o el abuso de sustancias. Las estrategias fáciles de aplicar pueden acabar con el impulso de apostar, así como evitar deslices y recaídas.
Apuestas y ansiedad
Muchas personas juegan como una forma de controlar la ansiedad. Cuando juegan, las personas a menudo informan que se separan de sus sentimientos de ansiedad o que proyectan sus sentimientos de ansiedad en la emoción que sienten cuando participan en la actividad de juego de su elección. Como resultado, el juego puede abrirse paso en el tejido de su vida cotidiana, y el impulso de jugar puede abrumar el resto de sus vidas.
Por lo tanto, para muchos jugadores, reducir la ansiedad es un requisito previo para realizar cualquier cambio en el comportamiento de juego. Afortunadamente, existen varias técnicas que pueden marcar una gran diferencia para aliviar la ansiedad.
aprender a relajarse
La relajación real es una respuesta fisiológica y psicológica que es lo opuesto a la ansiedad y el pánico. Se acompaña de una disminución de la frecuencia cardíaca y una disminución de la presión arterial, una respiración más profunda y un estado mental tranquilo y equilibrado. Cuando se experimenta de forma regular, sus efectos son acumulativos. Una de las formas más poderosas en que las personas pueden contrarrestar la ansiedad es aprender a relajarse. No es posible estar relajado y ansioso al mismo tiempo. Esto significa más que simplemente tumbarse frente a un televisor o navegar por Internet, aunque en la superficie, esas actividades pueden parecer relajantes.
Si el nivel de ansiedad es tan alto que hace que las personas se sientan incómodas física y psicológicamente, tomar medidas activas para relajarse puede brindarles alivio. Los ejercicios de relajación, como los que se describen a continuación, enseñan a las personas a identificar los desencadenantes de la preocupación, desactivarlos y romper el ciclo de la ansiedad. Es mejor que las personas se comprometan con la práctica diaria, incluso si los ejercicios no parecen ayudar al principio, porque cuantas más personas hagan estos ejercicios, más efecto positivo tendrán.
Ser capaz de relajarse es una habilidad y, como cualquier otra habilidad que alguien quiera desarrollar, mejora con la práctica. Cuanta más gente practique, más se darán cuenta del flujo y reflujo de la ansiedad. De esa manera, tan pronto como sientan su presencia, pueden atacarlo. Hay docenas de enfoques de “mente y cuerpo” como el yoga, el tai chi y la meditación. Estas prácticas combinan estrategias de relajación y respiración profunda con técnicas de conciencia corporal que ayudan a las personas a reconocer cuándo se están poniendo demasiado tensas. Muchas de estas son prácticas continuas que las personas pueden probar en un gimnasio, un estudio o incluso en casa.
Antes de que las personas puedan aprender a relajarse, es útil que comprendan qué es lo que les genera ansiedad en primer lugar. Una mayor conciencia puede ayudar a las personas a anticipar estos sentimientos, lo que a su vez les permite reconocer la necesidad de emplear una estrategia de relajación. También ayuda a comprender qué estrategias de relajación son las más efectivas. Es por eso que puede ser útil llevar un diario durante al menos una semana. Las personas pueden usarlo para escribir lo que los pone ansiosos y cómo responden a esa ansiedad. Después de una semana de hacer anotaciones en el diario, las personas generalmente pueden identificar los factores desencadenantes de la ansiedad y los patrones de respuesta.
Entonces es hora de identificar otras formas de responder que puedan aliviar en lugar de alimentar la ansiedad. Aquí hay tres excelentes ejercicios de relajación para comenzar.
Practica la relajación muscular progresiva
El propósito de este ejercicio es que alguien aprenda la conciencia corporal y la diferencia entre músculos tensos y músculos relajados. Al tensar y relajar lentamente cada grupo de músculos del cuerpo, las personas pueden aprender por sí mismas la diferencia entre un músculo relajado y uno tenso. Una vez que las personas aprendan esta habilidad, tendrán una mejor conciencia corporal en situaciones que los pongan tensos. Con el tiempo, y con la práctica continua, aprenderán a lidiar con la tensión entrenando sus músculos para que se relajen mientras calman la mente. Después de todo, no es posible estar tenso y relajado al mismo tiempo.
Alguien puede comenzar reservando 15 minutos ininterrumpidos en un lugar tranquilo y sin distracciones. Puede ser útil atenuar las luces o sentarse o acostarse en una posición cómoda.
La idea es sostener y apretar cada área del cuerpo durante 15 segundos (unos 10 conteos lentos), sintiendo cómo se acumula la tensión. Luego libere la tensión y relájese por completo, permitiendo que la tensión fluya fuera de esa área y del cuerpo. Para cada grupo muscular, la persona que hace este ejercicio debe tomarse un momento para notar cuán diferente se siente cuando está tenso en comparación con cuando está relajado. Repite el ejercicio al menos una vez y hasta tres veces antes de pasar a la siguiente zona del cuerpo.